De todos es sabido que la responsabilidad de la educación es de la familia y que la escuela es su principal y estrecha colaboradora. Esto no siempre es así y en muchas ocasiones se hace dejación de funciones por parte de numerosas familias. La escuela espera y desea que la familia participe plenamente en la educación de los alumnos, sus hijos. Desea que haya una corresponsabilidad no sólo teórica, sino real, palpable.
Estos deseos no sólo deben estar reflejados en los distintos documentos que todo centro escolar debe tener presentes (como mínimo el Ideario, en el caso de centros privados, el Proyecto Educativo y el Reglamento de Régimen Interior), sino que debe obedecer a planes, a proyectos, a acciones realistas. Es decir, proponer cauces reales de participación.
¿Qué pueden hacer los padres o tutores legales?. ¿Cuál puede ser el sentido de participación?. Para responder a estas preguntas parece obvio que hay que tener amplitud de miras e ir más allá de la “rutinaria” presencia de los padres en los centros escolares que, si bien es importante y necesaria, en muchos casos se limita a cuestiones puramente académicas. A los que formamos parte de un equipo directivo de un centro escolar nos gustaría que las familias que eligen el nuestro (más allá de las intervenciones de las comisiones de escolarización), pensaran y sintieran que “su” colegio es también para ellos un lugar en el que pueden asistir, participar, formarse, colaborar,... a través de los cauces de participación existentes sean de la categoría que sean (a veces nos “enredamos” y gastamos energías en diálogos sobre lo que no hay o no es bueno y nos olvidamos de lo que existe limitando así la participación).
Salvando las dificultades reales que tienen las familias hoy día como son el trabajo fuera de casa de los dos, los desplazamientos en las grandes ciudades, los horarios, la doble jornada de las madres, ... los padres y madres tienen numerosas posibilidades de participar. Podemos empezar con la pertenencia y participación en las AMPAS, más allá de algunas connotaciones negativas que pueden atribuirse a las mismas. Lideradas y coparticipadas la mayoría de ellas por personas cuyo interés sólo es la complementariedad a las actividades de pupitre, siempre están esperando “una mano más” para colaborar.
Dependiendo del tipo de centro, existen cauces muy variados a través de los cuáles la presencia de los padres de los escolares hace pensar en una escuela abierta, que apuesta por la familia. Por ejemplo existen escuelas de padres, reuniones de evaluación en las que no sólo se habla de calificaciones sino de educación, charlas informativas y formativas, tutorías con grupos de alumnos en las que la experiencia de los adultos puede ser interesante, actividades culturales, conferencias, campañas de prevención en las que es imprescindible aunar esfuerzos, cursillos de formación, .... Todo en pos de la corresponsabilidad familia – escuela.
Y hoy día, un reto: las nuevas tecnologías. La escuela se moderniza, se dota de medios informáticos que facilitan la comunicación. Si se mira por el lado malo podemos pensar que si las familias tienen acceso al colegio a través de la red (internet), para qué van a ir. Ya no necesitan citarse con el tutor, lo hacen mediante el correo electrónico. Ya no necesitan asistir a una reunión, se emite un comunicado. Etc. Ante esta realidad, no nos queda más remedio que “darle la vuelta” al asunto. Debemos aprovechar la red para facilitar la comunicación, para “producir” boletines como este de pastoral familiar, para llegar más lejos, para solventar problemas de tiempo por ejemplo. Si esto es así no podremos hacer otra cosa que considerar la irrupción de las nuevas tecnologías como un estímulo y poner en marcha tanta creatividad como tiene el ser humano para ofrecer a las familias otras cosas que sean motivantes para garantizar su presencia y que internet no puede dar.
Familia y escuela se necesitan en esta labor educativa cuya razón de ser son los hijos – alumnos. Busquemos – facilitemos cauces de participación para sentar las bases de una relación fructífera.
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